EL I CHING
El I Ching representa un texto clásico del pensamiento chino, que va más allá de la comprensión occidental, donde solo se le atribuye características adivinatorias, como un sistema más de predicción, pero encierra una comprensión mística y natural a la vez, de la totalidad o universalidad, ya que en la cosmogonía china, el hombre representa un microcosmos dentro de un macrocosmos y viceversa.
Si bien sus orígenes no son muy claros, su antigüedad rondaría entre los 2000 y 3000 años, atribuyendo su origen a distintos personajes de la historia china, como por ejemplo Weng Wang, o el mítico emperador Fu Hsi, a su vez forma parte de los cinco clásicos confucianos, pero su origen se especula que es taoísta.
Se basa en la combinación de dos trigramas, compuestos por líneas rectas y cortadas, en el libro se explican 64 combinaciones posibles, que definen las leyes de los cambios que rigen todos los estados o manifestaciones de los elementos naturales y por lo tanto de la vida en todos sus aspectos.
Su definición se realiza a través de monedas o varillas, que el interesado manipula, construyendo los trigramas, para obtener la palabra de la sabiduría ancestral del I Ching.
Esta palabra se relaciona con el conocimiento mitológico Chino, en combinación con la poesía, la religión y la historia, las traducciones de este clásico oriental para occidente fueron realizadas por el alemán Richard Wilheim, y en cuyo prologo C. Gustav Jung (el padre del psicoanálisis), se declaró un adepto del I Ching, calificándolo como una técnica oracular, capaz de explorar el subconsciente, desarrollando el concepto de lo que él llamo “Sincronicidad”, la cual define que, “la coincidencia de los acontecimientos en el tiempo y el espacio, es mucho más que una casualidad”.
El concepto del cambio o la mutación para los chinos se encuentra muy arraigado en su cultura milenaria, y el I Ching enseña o desvela las leyes naturales que los rigen, permitiendo fluir con los acontecimientos, sin interferir con los ciclos naturales, orientándonos para no cometer errores, o transgredir estas leyes universales.
Su predicción alinea al hombre con el universo, ya que uno es el otro y viceversa, en un eterno cambio o transmutación infinita, lo cual en la antigüedad recibía el nombre de magia.
Alguien alguna vez dijo; “que en la magia de la danza entre el Yin y el Yang, se encuentra la fuerza misteriosa de la vida”
El I Ching es una fuente de consulta diaria para el pueblo Chino, ya que cualquier decisión importante deberá tenerlo en cuenta, así en las esquinas de las calles chinas se suele ver a un anciano con su libro y las varillas predictivas dando consejo, “a todo aquel que desee fluir con el universo”.

Si bien sus orígenes no son muy claros, su antigüedad rondaría entre los 2000 y 3000 años, atribuyendo su origen a distintos personajes de la historia china, como por ejemplo Weng Wang, o el mítico emperador Fu Hsi, a su vez forma parte de los cinco clásicos confucianos, pero su origen se especula que es taoísta.
Se basa en la combinación de dos trigramas, compuestos por líneas rectas y cortadas, en el libro se explican 64 combinaciones posibles, que definen las leyes de los cambios que rigen todos los estados o manifestaciones de los elementos naturales y por lo tanto de la vida en todos sus aspectos.
Su definición se realiza a través de monedas o varillas, que el interesado manipula, construyendo los trigramas, para obtener la palabra de la sabiduría ancestral del I Ching.
Esta palabra se relaciona con el conocimiento mitológico Chino, en combinación con la poesía, la religión y la historia, las traducciones de este clásico oriental para occidente fueron realizadas por el alemán Richard Wilheim, y en cuyo prologo C. Gustav Jung (el padre del psicoanálisis), se declaró un adepto del I Ching, calificándolo como una técnica oracular, capaz de explorar el subconsciente, desarrollando el concepto de lo que él llamo “Sincronicidad”, la cual define que, “la coincidencia de los acontecimientos en el tiempo y el espacio, es mucho más que una casualidad”.
El concepto del cambio o la mutación para los chinos se encuentra muy arraigado en su cultura milenaria, y el I Ching enseña o desvela las leyes naturales que los rigen, permitiendo fluir con los acontecimientos, sin interferir con los ciclos naturales, orientándonos para no cometer errores, o transgredir estas leyes universales.
Su predicción alinea al hombre con el universo, ya que uno es el otro y viceversa, en un eterno cambio o transmutación infinita, lo cual en la antigüedad recibía el nombre de magia.
Alguien alguna vez dijo; “que en la magia de la danza entre el Yin y el Yang, se encuentra la fuerza misteriosa de la vida”
El I Ching es una fuente de consulta diaria para el pueblo Chino, ya que cualquier decisión importante deberá tenerlo en cuenta, así en las esquinas de las calles chinas se suele ver a un anciano con su libro y las varillas predictivas dando consejo, “a todo aquel que desee fluir con el universo”.

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