
Mi madre llamaba al doctor de cabecera quien apenas veía el cuadro recetaba antibióticos. Luego de 4 a 6 días todo volvía a la normalidad pero no por mucho tiempo, pasaban unos meses y caía en lo mismo.
Así fue como escuchando a distintas personas y ya con poder de decisión visité a un homeópata que aun hoy y ya con 46 años recuerdo con mucho afecto debido a que desde ese entonces no volví a sufrir ninguna angina más.
Me encontraba en su consultorio en ese momento casi sin poder hablar ni respirar bien debido a mi congestión. No podía siquiera mirar de costado ya que mis dolores de cabeza y de la vista no me lo permitían. En ese momento llegó a mis oídos una pregunta que al cabo de varios años me di cuenta de toda la verdad que encerraba: “¿Consume muchos lácteos?”. “Sí,” contesté, “ y también sus derivados.” “Bien,” dijo mi médico homeópata, “a partir de ahora para mejorar tu salud no los vas a comer más y además acompañarás el tratamiento con estos glóbulos (licopodium; te recomendamos leer el artículo sobre Homeopatía).”
Realmente quedé asombrada y a partir de ese momento comencé a indagar sobre el tema y obviamente pude entenderlo a través de mi propia experiencia. Jamás en estos años he vuelto a padecer de alergias, anginas, catarros, sinusitis ni mucosidades pegadas en mi pecho. ¿Magia? No. Fue sentido común y llevar a la práctica información poco popular y mucho mas en ese entonces. Parecía que iba en contra de la corriente pero justamente yo estaba camino seguro y directo a vivir saludablemente dejando en el pasado mis alergias y anginas.
Un poco de teoría para llegar a entender y decidir qué hacer...
Las encimas necesarias para descomponer y digerir la leche son la renina y la lactasa. En la mayoría de los seres humanos estas encimas desaparecen a los tres años.

En el caso de los humanos esa densa viscosidad impone al cuerpo un tremendo trabajo para liberarse de ella. Dicho de otra manera: para digerirla se deberá gastar una enorme cantidad de energía. Lamentablemente, esa sustancia viscosa se endurece en parte y se adhiere al revestimiento del intestino, impidiendo que el cuerpo pueda absorber otras substancias nutritivas: resultado: letargo.
Además, los subproductos de la digestión de la leche dejan en el cuerpo gran cantidad de mucus tóxico, muy acidificante, que se almacena parcialmente en el cuerpo en espera del momento en que éste pueda eliminarlo.
Hay gente que insiste que los lácteos son necesarios, por el calcio. Nos han hecho creer que la leche es una importante fuente de calcio y que si no bebemos leche se nos caerán los dientes o se nos desintegrarán los huesos.
El calcio que hay en la leche de vaca es mucho mas basto que el contenido en la leche humana, todas las verduras de hoja verde contienen calcio, las nueces, las semillas de sésamo, las frutas, las algas y los frutos concentrados como higos, dátiles, y ciruelas pasas también contienen calcio.

¿LA VACA DE DONDE OBTIENE EL CALCIO? ¡DE LOS GRANOS Y LA HIERBA !!!!!
Cuando empieces a reducir el consumo de lácteos es probable que observes que se te cae un poco el pelo o que las uñas se ponen quebradizas, no hay que confundir estos cambios. El cuerpo se está adaptando de la absorción de calcio tan basto que encontraba en los productos lácteos a las formas de calcio más refinadas
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